Ecología

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Biología del Conejo Silvestre

El conejo de campo o silvestre (Oryctolagus cuniculus L., 1758) pertenece al orden de los Lagomorfos y a la familia de los lepóridos (liebres y conejos). El peso de un ejemplar adulto silvestre oscila entre 1,5 y 2,5 kg. Presenta largas orejas, de hasta 7 cm y una cola muy corta. Al igual que en todos los lagomorfos, sus extremidades traseras son potentes por estar adaptadas a la carrera. El conejo es una especie clave en los ecosistemas mediterráneos. Su abundancia y amplia distribución hacen que en la Península Ibérica existan más de 39 especies de aves y mamíferos que depredan sobre él. Es por lo tanto, la presa principal de especies emblemáticas y endémicas de la Península Ibérica como son el lince ibérico y el águila imperial ibérica. Además, dada su abundancia y la excelente calidad de su carne, el conejo ha sido consumido de manera asidua por el hombre, principalmente en el mundo rural, constituyendo históricamente la pieza más común de caza menor en España.

 

 Conejo silvestre adulto

 

Alimentación

El conejo es un herbívoro oportunista, que varía su alimentación en función de las características del medio. En su dieta incluye plantas herbáceas verdes o secas, raíces, especies arbustivas e incluso arbóreas (hojas y cortezas). Sin embargo, para alcanzar su máximo potencial reproductivo necesitan plantas compuestas, es decir, leguminosas y gramíneas vivaces de escasa talla y con tendencia a formar céspedes. Una de las más importantes adaptaciones de la especie a los ecosistemas mediterráneos es la capacidad de aprovechar el pasto seco como recurso trófico. Es por ello que existen grandes poblaciones de conejo en áreas subdesérticas de la Península Ibérica.

El conejo dedica del 30% al 60% de su tiempo a la alimentación, hasta un 20% a las relaciones sociales y el resto, al aseo y ocio. La estrategia digestiva de la especie para aprovechar alimentos lignificados y poco digestibles es la cecotrofia. Consiste en un doble paso de los alimentos a través del tubo digestivo. Al no tener un tracto digestivo largo y complejo como los rumiantes, los conejos se han adaptado a ingerir los cecotrofos (excrementos frescos formados por restos alimenticios que sólo han pasado una vez por el tubo digestivo) para optimizar el aprovechamiento de los nutrientes. Este proceso tiene lugar en momentos de reposo y supone un aumento del 50% del tiempo de permanencia de los alimentos en el organismo. Además, induce a la formación de 2 tipos de excrementos: los blancos ricos en bacterias y proteínas que son reingeridos, y los duros que son depositados en el suelo definitivamente. Estos son colocados en un determinado lugar por los conejos de un mismo grupo social, formando letrinas. Las letrinas son elementos visibles que evidencian la presencia de conejos silvestres en un área determinada, y se utilizan para estimar la abundancia de conejos en una determinada zona.

 

 Las pequeñas elevaciones del terreno son los lugares preferidos por los conejos para ubicar sus letrinas. Mediante el conteo de letrinas en transectos se puede estimar la abundancia de conejos existente en un área.

 

 

Hábitat

El conejo silvestre está presente en una amplia variedad de medios, siendo el matorral mediterráneo el hábitat donde presenta mayores abundancias (especialmente si existen zonas cultivadas y el relieve es llano o medianamente ondulado). Sus mayores densidades poblacionales se alcanzan en dehesas en las que abunda el matorral (40% en cobertura) y los pastizales o cultivos. También existen buenas poblaciones en zonas de matorral ralo subdesértico en ambientes secos. La altitud es un limitante para la especie, rarificándose en general a partir de los 1500 m en el norte de la península y de los 1900 m en el sur. La especie presenta sus mayores abundancias en las zonas donde el clima es continental o mediterráneo y el substrato permite la construcción con facilidad de madrigueras, evitando las áreas calizas. En general, las bajas temperaturas y elevadas precipitaciones no son apropiadas para una especie que prefiere climas áridos y calurosos, aunque a pequeña escala, abunda más en las proximidades de zonas de ribera.

 

Reproducción

El conejo silvestre es una de las pocas especies de vertebrados en las que la hembra puede estar receptiva todo el año. El factor que determina la entrada de las hembras en celo es la cantidad de ingesta de proteína. En consecuencia, el período reproductivo del conejo depende de la calidad y abundancia del pasto, y por tanto, de la temporada e intensidad de las lluvias. En términos generales, la reproducción suele acontecer entre noviembre y junio, aunque existen casos descritos en los que el período reproductor puede ser mucho más largo.

Tras una corta dependencia materna (20-30 días) los gazapos nacidos (de 3 a 6) adquieren la madurez sexual en pocos meses (cuatro en O. c. algirus, nueve en O. c. cuniculus). Aunque las hembras pueden entrar en un nuevo celo mientras amamantan una camada anterior (por lo que son posibles hasta 12 camadas en un año), lo más habitual es que se produzcan entre dos y cuatro.

 

Organización social y comportamiento

Por lo general, el conejo vive en madrigueras que albergan grupos sociales cuyo tamaño depende del tamaño de la conejera, así como de la calidad y estructura del hábitat. Los grupos familiares próximos forman una colonia donde los intercambios de individuos son frecuentes. En cada grupo se establece una jerarquía social entre machos, entre hembras y entre adultos y jóvenes. Los machos dominantes cubren a las hembras de mayor rango y las hembras de menor rango deberán construir cámaras de cría en áreas menos protegidas de la madriguera o incluso fuera de ella. El territorio de unidad familiar está defendido principalmente por el macho dominante, aunque todos los individuos participan en estas labores.

El patrón de actividad está influido por la estructura de la comunidad de predadores. En la Península es fundamentalmente bimodal, con picos de actividad en los crepúsculos y una moderada actividad nocturna. Por el contrario, en áreas donde ha sido introducida la especie y tiene un menor riesgo de predación, no se observa un claro patrón de actividad.

 

 Los conejos silvestres están adaptados al clima mediterráneo, ya que son capaces de pasar la temporada estival alimentándose de pasto seco.