Ecología

  • Imprimir

Introducción a la especie

El lince ibérico (Lynx pardinus, Temmick, 1827) forma parte de la línea evolutiva de los grandes carnívoros (tigres, leones, jaguares y leopardos) de los que se separa hace tres o cuatro millones de años. Por su apariencia física, de una manera intuitiva frecuentemente se asocia a cualquiera de las otras líneas de felinos existentes, pero el lince ibérico está más próximo a un tigre que a un gato en la escala evolutiva.

 

Un ancestro común para las cuatro especies de linces actuales

Los científicos sitúan actualmente el origen de los linces en Norteamérica, donde hace alrededor de 3,2 millones de años se diferenciaron las primeras especies conocidas del género Lynx: el lince rojo (Lynx rufus), que actualmente pervive en Norteamérica, y el lince del villafranquiense (Lynx issiodorensis), que se extinguió en el pleistoceno. De esta última extinta especie, se piensa que proceden las tres especies de lince restantes, que migraron a Eurasia por el Estrecho de Bering. Por aislamiento en el sur de Europa durante las glaciaciones del Pleistoceno, surge el lince de las cavernas (Lynx spalea), cuyos restos quedaron depositados en cuevas. Esta especie es el ancestro directo del lince ibérico (Lynx pardinus) y del lince boreal (Lynx lynx). Este lince europeo poseía un tamaño corporal superior a la especie ibérica e inferior a la especie boreal. Como en infinidad de especies, las glaciaciones de Eurasia parecen jugar un papel importante en la especiación de los linces, y así por fragmentación y aislamiento surgen en el Pleistoceno inferior el lince boreal (Lynx Lynx) en Asia y el lince canadiense (Lynx canadensis) en América. Aunque las otras tres especies de lince tienen amplios rangos de distribución, el lince ibérico se distribuye ya en época histórica de manera exclusiva en la Península Ibérica.

No es de extrañar que estas cuatro especies tengan algunas características comunes como son el rabo corto, orejas con un mechón de pelos largos en su punta (conocidos como pinceles) y barbas. Sin embargo, los tamaños corporales de las cuatro han sido origen de las adaptaciones de cada una de las especies a su hábitat y dieta, variando desde el lince rojo, el más pequeño de ellos, que ronda los 6 kg de peso medio hasta el lince boreal, que puede llegar a los 30 kg.

 

 

 

 

Descripción de la Fisionomía del lince ibérico

El lince ibérico es un carnívoro estricto de mediano tamaño. Su peso medio ronda los 12,5 kg. Existen diferencias significativas entre machos y hembras (con desviaciones respecto de la media de hasta 3 kg para cada sexo) siendo los machos los de mayor tamaño. Su longitud media de unos 80 cm y su altura en la cruz de uso 45 cm, le dan un aspecto grácil.

Sus características más llamativas son las ya descritas como generales de los linces: pinceles, barbas y cola corta con un borlón negro apical. A estas se le han de sumar las propias de los felinos: llamativos ojos frontales, que le dan precisión en la medición de distancias propia de cazadores de cortas distancias; grandes globos oculares que le permiten ver en condiciones de baja luminosidad; orejas hirsutas y triangulares, antesala de un oído fino capaz de detectar el discreto caminar de las patas insonorizadas por pelos de los conejos; manos desproporcionadamente grandes, útiles para apresar con firmeza sus presas y con aguzadas uñas para impedir su escapatoria (que se mantienen siempre afiladas por ser retráctiles). Llama la atención su elevada grupa como consecuencia de unas largas patas traseras que permiten desarrollar saltos muy ventajosos en la caza.

Su dentición, es la de un carnívoro estricto, con grandes caninos para asestar el golpe mortal, muelas carniceras para desgarrar grandes trozos de carne y pequeños incisivos. La fórmula dentaria es 3.1.2.1/3.1.2.1.

Datos de biometría básica del lince ibérico adulto obtenidos en evaluaciones sanitarias del proyecto LIFE (sólo referidos a ejemplares de más de 3 años de edad): 

 

 

Por último, el moteado de su pelaje, que le proporciona esa capacidad de mimetizarse con los claro-oscuros del matorral por el que se mueve. Las variedades de su capa suelen agruparse en “mota gruesa”, “intermedia” y “mota fina”. En realidad, la tendencia a definir y acotar todo lo observado deja sin definir una variada gradación entre los dos extremos que viran desde manchas grandes, que llegan a estar alineadas en forma de rayas en algunos ejemplares sobre un fondo anaranjado, pasando por distintos tamaños de mancha, hasta llegar a pelajes jaspeados, con motas tan finas que pasan casi desapercibidas en capas pardas o pardo-grisáceo. Aunque todos los fenotipos históricamente han estado presentes en todas las poblaciones, en Doñana han existido ejemplares sólo de mota gruesa desde los años 60 del siglo pasado y como consecuencia de la fijación de alelos originada por un “cuello de botella” en el que los pocos ejemplares que sobrevivieron tenían este fenotipo. Sin embargo, la mayor variabilidad genética conservada en la población de Sierra Morena ha permitido la presencia actual de individuos con todos tipos de capa.

En 2007 se trasladó un individuo de Andújar a Doñana-Aljarafe para iniciar el reforzamiento genético de esta población, y en primavera de 2008 se pudieron ver en la población receptora los primeros cachorros de mota intermedia nativos fruto de la mezcla de los genes.

 

 

El lince ibérico: íntimamente ligado al monte mediterráneo y al conejo

Este felino es lo que se conoce como un especialista de hábitat y de presa. El conejo es la pieza fundamental de caza y casi exclusiva de este carnívoro. La biología de los conejos, dependientes de zonas de refugio y pastos, permite que cuando los lagomorfos salen a comer, el lince pueda llegar sin ser visto y oído y atrapar a su presa. Sus herramientas de caza y complexión le dotan de un perfecto diseño para moverse sin ser visto entre la vegetación típica del monte mediterráneo, constituida predominantemente de monte noble y en menor medida monte bajo, que bordea pastizales. Esta especialización tan extrema hace que sea muy exitoso en lugares con ambos requerimientos bien representados, pero ha sido también la causa de su declive. La desaparición de hábitat bien conservado y el drástico descenso de las poblaciones de conejo, unida a la persecución directa del hombre, le ha colocado al borde de la extinción.

 

Individuos territoriales

 

Los linces adultos regentan territorios que pueden solapar en gran parte con los contiguos de adultos de sexo contrario y en menor medida con los de su mismo sexo. Los tamaños medios rondan las 600 Ha, pero se conocen territorios mucho más amplios circunscritos a espacios de baja calidad. La adquisición de territorio ocurre por ocupación de una vacante por desaparición del animal regente, por enfrentamientos entre el dispersante y el regente que termine ganando el espacio o por colonización de zonas que hayan mejorado en los años anteriores. Las hembras pueden reproducirse a partir de los dos años, aunque suele ocurrir con más edad por no haber conseguido normalmente establecerse antes. Los linces entran en celo una vez al año, aunque algunas anualidades no queden las hembras preñadas, o no logren criar exitosamente a los cachorros. Es frecuente que algunos jóvenes subadultos (principalmente hembras) de la camada del año anterior permanezcan y colaboren en la crianza de nuevos cachorros de su progenitora. En ocasiones madre e hija comparten territorio durante años, escindiéndose o terminando por abandonarlo la madre cuando termina la edad reproductora.

Los linces tienden a defender territorios de la menor superficie posible que les garantice alimento para subsistir. Así, cuanto mayor calidad tenga el hábitat (es decir más conejos y monte mediterráneo conservado presente) menor es el territorio, ya que encuentran los recursos necesarios en menos superficie.

 

Mortalidad natural de la especie

 

Mortalidad en las primeras fases del desarrollo - Mortalidad perinatal

Todos los animales silvestres tienen mortalidad perinatal, es decir, durante la gestación y en los primeros días tras el parto. En el caso del lince ibérico, las causas reales de las muertes perinatales son difíciles de determinar. También es difícil saber cuántas de las hembras preñadas pierden sus cachorros antes o durante el parto, incluso durante las primeras semanas de vida. El programa de conservación ex-situ, está comenzando a arrojar datos en este sentido, pero se ha de tener en cuenta que las condiciones físicas de las hembras en estado silvestre son diferentes a las de cautividad.

En las camadas múltiples de tres y cuatro cachorros que se han controlado en las últimas décadas, se ha observado que en un alto porcentaje, terminaban sobreviviendo solo dos, apareciendo un primer pico de mortalidad en torno al primer mes de vida y un segundo en torno a los 3-4 meses. Modelos predictivos elaborados por los científicos de la EBD midieron el efecto de extraer cachorros en las camadas de más de dos cachorros como herramienta de inicio del programa de cría en cautividad, y el bajo impacto descrito, hizo que se tomara la decisión de trasladar algunos cachorros encontrados en estas circunstancias. Sin embargo, son muy pocos los aportes que se han podido realizar de recién nacidos, ya que es complicado acceder sin perturbar los cubiles de las hembras, circunstancia totalmente contraria a la manera de trabajo realizada en todos estos años.

La supervivencia de los cachorros se ha comprobado que está relacionada con la abundancia de alimento del territorio materno.

 

Mortalidad predispersiva - Peleas entre hermanos

Antes de que comenzara la cría en cautividad, se pudo constatar por los científicos de la EBD y posteriormente por los equipos de conservación del lince de la CMA, que existía un segundo pico de mortalidad en torno a los tres meses de edad. Cuando se obtienen las primeras camadas del programa de conservación ex-situ, se observa que en torno a esas fechas los cachorros desarrollan una agresividad extrema en los juegos con sus hermanos, que pueden llegar a ser mortales. Las madres juegan un papel determinante a la hora de separar a sus cachorros. En cautividad, la madre está siempre muy próxima a los cachorros, mientras que en vida silvestre se presupone puede ser diferente.

Es muy probable que la ausencia de la madre en busca de caza haya facilitado que algunos hermanos hayan acabado con otros por juegos de entrenamiento de caza excesivamente agresivos. Se ha tenido conocimiento de algún caso, como es el de “Cromo”, hallado con signos de pelea coincidiendo con la edad de agresividad de los cachorros y posteriormente incorporado al programa de cría en cautividad.

 

Lucha conespecífica por territorios

En ocasiones el enfrentamiento de los linces frente a los adultos residentes es la única o la manera elegida por algunos dispersantes para conseguir un territorio propio. Es en la época de celo cuando los enfrentamientos suelen exasperarse llevando en ocasiones a la muerte de unos de los contrincantes en una lucha por acaparar el máximo número de hembras colindantes a varios territorios de machos en época reproductora. No es lo habitual, ya que suelen mantenerse informados de la ocupación de un territorio mediante el marcaje con orina y excrementos que los regentes realizan en toda su área de campeo o con encuentros en los que las amenazas son suficiente para mantenerse a raya. Sin embargo los escasos huecos en hábitat adecuado, pueden llevar a situaciones de agresividad extrema.

 

Dispersiones seniles y muerte por vejez 

En los últimos años, y gracias al elevado porcentaje de linces radio-equipados en el marco del Proyecto Life-lince de la CMA, se ha podido asistir a la dispersión de varios ejemplares de avanzada edad (en torno a los 9 años), que tras permanecer toda su etapa reproductora en un mismo territorio, son desplazados y se trasladan a zonas subóptimas, efectuando en ocasiones para ello, grandes movimientos de dispersión. Esta desaparición del territorio, cuando el animal no estaba radio-equipado, se consideraba se debía a la muerte natural del mismo, pero son ya varios los casos de ejemplares que gracias al radio-seguimiento se ha constatado, tanto en Doñana (Roja, Teo, Mata, Viciosa), como en Sierra Morena (Nuria, Flaca, Casandra), que realizan dispersiones de larga distancia, permaneciendo vivos varios meses o años en otros territorios. Se mantiene un estricto control de estos individuos para constatar posibles partos en esta etapa senil y comprender mejor el valor que pueden representar en la fundación de nuevos territorios y fijación de otros individuos en su entorno.

Las muertes por vejez, en fauna silvestre suelen acontecer por desgaste del organismo, con alguna patología asociada a baja capacidad de respuesta del sistema inmune o por enfermedades degenerativas. En el caso del lince ibérico, son pocas las muertes que se hayan constatado con certeza de este tipo, ya que es complicado encontrar los cadáveres que no se encuentren radio-equipados. Sin embargo, es buena noticia el que cada vez más individuos se pruebe que llegan a edades de 8-10 años, ya que sugiere un descenso de la mortalidad de la población en general y de la porción adulta en particular, capital reproductor de la especie.

 

Signos de la presencia del lince ibérico 

 
Letrina de lince ibérico           Huella de lince ibérico

                  

Aparte de estos signos indirectos de la presencia de lince, los linces ibéricos son uno de los carnívoros más fácilmente observables en el medio natural. Tienen bastante actividad diurna si el tiempo no es muy caluroso y además su nobleza les hace no ser demasiado desconfiados. Cuando un lince está asentado en un área, además de encontrarse abundantes rastros y letrinas, suele generar observaciones por parte de la población local con bastante periodicidad.

Los ejemplares en dispersión (tanto juvenil como senil) pueden pasar más inadvertidos, pues en su recorrido (que puede llegar a ser de 25 km diarios) no conforman letrinas ni otros sistemas específicos de marcaje. La aparición esporádica de excrementos aislados se corresponde más al paso de ejemplares en dispersión que a la presencia real de ejemplares asentados.

La presencia del lince ibérico en un área es fácil de detectar. En su territorialidad, los linces ibéricos utilizan sistemas de marcaje basados principalmente en la señalización con orina y heces, algunos de los cuales son bastante llamativos. Aunque las marcas de orina no son detectables, el lince ibérico conforma multitud de letrinas de señalización en sus territorios que sirven de aviso a los conespecíficos de la propiedad de los mismos. Estas letrinas son fácilmente detectables por su abundancia. El tamaño de las letrinas es variable, pero parece aumentar en áreas de solapamiento de territorios de varios individuos. Las letrinas se encuentran abundantemente aunque un solo lince esté asentado en un área. Además de esto, las huellas de lince, características de felino, son fácilmente identificables en sustratos adecuados.